CARACTERÍSTICAS GENERALES
- Arquitecturas cargadas de detalles y complejas. No reniega de las formas clásicas (columnas, arcos, frontones, frisos), pero las transforma de manera fantasiosa. A veces el edificio llega a ser como una gran escultura. Los entablamentos adoptan la curva y los frontones se parten y adoptan curvas, contracurvas y espirales.
- Se adopta la elíptica oval y otras formas (como la de abeja de Borromini). Las paredes son cóncavas y convexas, es decir siempre onduladas. Se llega al abandono de líneas rectas y superficies planas.
- Se adopta un nuevo tipo de planta que ofrece planos oblicuos para dar sensación de movimiento (espacios dinámicos), en la más estática de las artes. Gusta de representar o sugerir el infinito (un camino que se pierde, una bóveda celeste, un juego de espejos que altere y haga irreconocibles las perspectivas). Éxito del orden gigante, con columnas que abarcan 2 o 3 pisos. No faltan los campanarios, solos o en pareja, muy decorados.
- Se utilizan efectos de luz, juegos de perspectiva. Da importancia a la luz y efectos luminosos, a través del claroscuro. Búsqueda de la sorpresa. Gusto por lo dramático, escenográfico y teatral.
- Gran riqueza decorativa y exuberancia formal tanto en los espacios interiores como al exterior, aunque más sobrio. Amor desenfrenado por lo curvilíneo y el triunfo de la columna salomónica. Arcos y frontones mixtilíneos, ventanas ovaladas. El arco descansa sobre la columna por medio de un entablamento (al modo romano), o descansa directamente sobre el capitel (modo bizantino). Ambos modos fueron empleados en el Renacimiento. Se utilizan grandes cartelas.
- La creación de nuevas tipologías para edificios concretos. Las obras son: palacios, religiosas, urbanísticas, grandes jardines y galerías (que luego daría lugar a las galerías de arte).
El Barroco se inicia en Roma, alrededor de los Papas como grandes mecenas. La Arquitectura prevalece sobre cualquier otra manifestación artística, y escultura y pintura colaboran en el efecto plástico del conjunto.
Frente a la belleza, armonía y equilibrio que se buscaba en el Renacimiento, en el siglo XVII quieren asombrar con la grandiosidad y el lujo, y expresar dinamismo y apasionamiento. Es una arquitectura llena de contrastes, ya sean cromáticos (se utilizan distintos materiales: ladrillo, piedra, mármol, bronce,...) o lumínicos (alternando zonas oscuras con otras fuertemente iluminadas). Pero sobre todo predomina el interés por el movimiento, en plantas, alzados, o en los propios elementos aislados (columnas, estípites, frontones, etc.).
Las plantas típicas del Barroco pierden ahora sus formas tradicionales del Renacimiento (cuadradas y circulares) y se hacen más complejas. Aunque se imite el modelo jesuítico, aparecen plantas de muy diversas formas: ovales, elípticas, mixtilíneas, etc.
Las formas abandonan las líneas rectas y superficies planas por las ondulantes. Los muros se quiebran y ondulan, se rompen frontones y entablamentos y se describen curvas, espirales, etc. Es el momento del apogeo de lo curvo, de los constantes entrantes y salientes en las fachadas. Incluso las columnas ondulan su fuste (columna salomónica). Las reglas que seguía la arquitectura en el Renacimiento, desaparecen.
En la fachada se mantiene la división en plantas, pero la parte central se suele organizar verticalmente marcando el espacio central-vertical sobre el horizontal. Ese espacio, definido claramente a la vista, concentra la ornamentación principal del edificio. En las fachadas, por el gusto por el movimiento, los muros dejan de ser rectilíneos y de cruzarse en ángulos rectos, se ondulan. Son fachadas donde se muestra el dinamismo, el movimiento, los contrastes lumínicos (entrantes y salientes) y cromáticos, etc.
La luz es muy importante para el arquitecto barroco. Los materiales serán importantes para conseguir los efectos lumínicos apetecidos por el artista. La luz se concentrará en unas zonas, mientras otras se dejarán oscuras.
La decoración jugará un papel destacadísimo en la nueva estética. Dentro de un proceso general de enriquecimiento decorativo y progresivo hasta llegar al recargamiento, conserva los temas vegetales corrientes del arte clásico-Renacimiento, advirtiéndose desde mediados del siglo XVII la tendencia a un tipo cada vez más naturalista. Así, la decoración ocupa todos los lugares, enmascara muros, etc. Los órdenes arquitectónicos se complican (de los órdenes clásicos, el más utilizado es el corintio -que tenía más motivos decorativos- y el orden compuesto romano). Los elementos decorativos ayudan a crear efectos ilusorios, teatrales, tan del gusto de la época. También, en los interiores de las iglesias existe una exuberante decoración: en la cubierta, por ejemplo, el artista barroco se esfuerza porque el cielo invada el interior del templo. Las bóvedas se cubren de pinturas que desarrollan escenas imaginarias, celestiales (celajes), etc.
Las construcciones principales del Barroco serán las religiosas (templos, iglesias, etc.). También destacan los palacios y el urbanismo.
En cuanto al templo, el Concilio de Trento impuso una nueva liturgia religiosa que concedía importancia al sermón y a la Eucaristía ante la multitud de fieles. Para ello se requiere, en el marco de estas grandes ceremonias, una buena acústica y visibilidad. De ahí el modelo de iglesia que impone la Compañía de Jesús en Roma a partir del templo de Il Gesú, que será copiado por toda la Cristiandad: cruz latina tradicional; espacio unitario con circulación independiente por capillas laterales; gran cúpula central en el crucero; etc. Aunque este es el modelo más destacado, se dan otros muchos.
El palacio barroco: se rompe con el palacio-fortaleza renacentista y los edificios se abren por alguno de sus lados hacia patios, jardines, etc. Sus fachadas se hacen más dinámicas y sus salones principales resaltan por su abundante decoración. Es el edificio que manifiesta el poderío de la aristocracia ante el pueblo.
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